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Tecnología...Te acerca a los que están lejos y te aleja de los que están cerca.


Mi nombre es Arturo, tengo 35 años y vivo en el año 2015.

Vivo en la época de la vida tecnológica… donde ya no te despiertas con el cantar de un gallo, o la campana del camión de la basura que pasa puntualmente todos los días a las 7 am, hoy en día, un aparato multifuncional del tamaño de la palma de mi mano y un ligero peso, lo hace todo por ti, incluso despertarte.

Mi celular me despertó con la sonora alarma diaria. Aun con los ojos cerrados, oprimí el botón táctil de “Aplazar 5 minutos”… quería seguir durmiendo, pero en ese momento la TV se encendió automáticamente en el canal de noticias, como todos los días.

Me levante, tome una ducha, y al salir del baño vi la luz del celular diciéndome que tengo un mensaje, lo abrí, y era mi esposa, avisándome que el desayudo estaba listo, esta vez no le contesté, decidí gritarle “Gracias, en un momento bajo”, instantáneamente me envió otro mensaje preguntándome si estaba loco, o porque gritaba?... me quede tan confundido porque hace algunos años cuando aún no existían en nuestras vidas estos aparatejos era la forma en que nos comunicábamos… ¡¡Hablando!!

Decidí apagar el teléfono y dejarlo en mi mesa de noche, baje lentamente las escaleras mientras recordaba hace cuanto que no le decía de frente a mi mujer cuanto la amaba sin necesidad de publicárselo en su página personal por medio del internet.

Me acerque a ella lentamente y la abrace por detrás y le di un suave beso en el cuello pero ella con la atención fija en su teléfono no me hizo demasiado caso, estaba en una video llamada con su hermana que vive en Australia.

Durante el desayuno, observe a mis hijos y a mi mujer como buscaban su propia boca con el tenedor lentamente, un poco desatinados por no quitar la mirada fija de la pantalla contestando mensajes a personas que ni de su familia son. A pesar de estar todos reunidos a la mesa nadie dijo ni media palabra, estoy seguro que ni cuenta se dieron que los observaba.

Lo mismo sucedió mientras íbamos juntos en el coche, intente entablar una conversación acerca de nuestras próximas vacaciones, pero mis hijos me ignoraron, conectaron sus audífonos y por el retrovisor observaba como sonreían a la pantalla mientras escuchaban música, seguramente alguien más chistoso que yo les había hecho sonreír por medio de un mensaje o un “post”.

Mi mujer fue la única se interesó en el tema, pero solo porque quería asegurarse que a donde pasaríamos las vacaciones hubiera internet.

Frases como "nos feisbuqueamos", "nos tuiteamos" o "nos mensajeamos" han sustituido a otras como "nos tomamos un café", "mañana nos vemos" o "en la noche salimos" que dominaban antes de que los dispositivos móviles desataran una fiebre por las comunicaciones electrónicas como las redes sociales y las aplicaciones de mensajería instantánea.

Hoy en día ya no damos abrazos para demostrar cariño, solo enviamos mensajes desde teléfonos por medio de aplicaciones con dibujos que hacen “expresivo el mensaje”…. Estamos tan desconectados de la realidad, del presente, del amor.

Creo firmemente que si continuamos con esta cultura donde predominan las redes sociales como medio de comunicación y aplicaciones móviles de mensajería instantánea, los sentimientos dejaran de existir, nuestra comunicación verbal y peor aún, el desarrollo normal de una persona se verá tan afectada, que dejaremos de comportarnos como humanos y terminaremos adaptando nuestro cerebro al de unos simples robots.

Gracias por leerme.

Mariah Guerrero


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