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Catástrofe... Un momento paralizante.


¿Han visto la película del Tsunami? Bueno, si no la han visto se las recomiendo mucho.

Toco este tema porque me han sorprendido demasiado los sentimientos que brotan en las personas cuando ven las catástrofes aunque sea en TV y la mayoría de las expresiones son de tristeza y hasta llanto.

Me quede impactada con esa película “Tsunami” y con algunas otras como “2012” donde la trama es acerca del fin del mundo o de los eventos en los que la naturaleza expresa la furia guardada convirtiéndose en catástrofes para la humanidad.

Últimamente la mayoría de nuestra existencia la hemos basado en materialismos, vanidades, y todo tipo de espejismos que nos alejan de disfrutar la vida en su sabor original, sin aditivos tóxicos tales como soberbias, envidias, rencores, y todos esos venenos!

En fin, posiblemente a muchas personas a quienes no les ha tocado vivir un grito de la naturaleza de este tipo, no sabrán en ciencia cierta lo que es, pero en mi experiencia se los voy a narrar a continuación.

Fue un 20 de marzo del 2012, me encontraba en la sala de espera de una clínica esperando mi turno para mi chequeo mensual. Estaba leyendo un libro, y comencé a sentir un movimiento vibrante, ese movimiento como cuando estas al lado de una persona que mueve el pie expresando desesperación, voltee tratando de averiguar quién era, cuando al ver la cara de asombro de las personas me percate que la tierra comenzaba a temblar, me levante del asiento con un hoyo en el estómago, cada segundo el movimiento se hacía más brusco, la gente comenzó a caminar desesperadamente, y nadie siguió el protocolo de sismo, como debió haber sido.

Mi marido me tomo la mano fuertemente y me vio a los ojos diciendo “Tranquila, no pasa nada” Comencé a escuchar gritos, niños llorar, veía caras de miedo, pero a pesar de escuchar todo ese ruido se podía percibir el sonido del crujir de las paredes y techos a ritmo del movimiento de la tierra.

Las alarmas comenzaron a sonar, y cada vez más se hacía más brusco el movimiento, todo se movía, empezaron a caerse cosas, y el ruido crujiente se hacía más escalofriante.

Empezamos a evacuar, teníamos tanto miedo de que el techo comenzara a colapsarse, mi corazón y supongo que el de muchos latía demasiado rápido, el miedo paralizaba, porque no tenía la seguridad de que solo duraría unos momentos más o terminaría sacudiéndolo todo hasta que la tierra se desahogara completamente, no lo sabía, eso es incierto en momento como esos.

En la entrada de la clínica había unos pilares enormes sosteniendo unos arcos de concreto pesados, los cuales se movían de un lado al otro y parecía que en cualquier momento iban a derribarse, y eso impedía salir al patio a cielo abierto y resguardarse del peligro de morir aplastado; nadie quería arriesgarse, era igual o más peligroso que quedarse adentro esperando a que colapsara el techo pesado del edificio.

El movimiento de la tierra seguía furioso, y recuerdo que mi marido y yo, tomados fuertemente de la mano, solo nos miramos fijamente y cruzamos ese arco peligroso esperando lo peor, pero lo logramos y nos pusimos a salvo.

Y me di cuenta que esos momentos paralizan, detienen el tiempo, y te pasa la película de tu vida por la mente, lo que hiciste, lo que no, y solo quieres abrazar lo que más amas, cerrar los ojos y esperar inciertamente lo que sea que tenga que pasar.

Esa fue mi experiencia en la Cd de Mexico un 20 de Marzo del 2012 a las 12:05 am con una intensidad de 7.8 grados Richter.

Muchas partes de la ciudad quedaron sin energía eléctrica, porque muchos transformadores y cableado eléctrico explotó, sin telefonía porque la señal había sido interrumpida, sin forma de comunicación.

Y en ese momento me quede pensando, “Trabajamos tan duro para tener COSAS, un coche espectacular, una casa llena de lujos, siempre queriéndonos igualar con el vecino, pero ¿para qué? El día menos pensado todo termina siendo Cenizas, escombro, o sepultado en el agua”, es incierto, pero va a suceder tarde o temprano.

No lo digo en posición conformista, por supuesto que no, tener un coche, una casa, un objeto para la vida diaria no es vanidad, pero no me gustaría dejarme llevar por el materialismo de hacer una adquisición de mayor valor solo por impresionar o conseguir algún estatus económico mayor.

Me pongo a pensar en las personas que vivieron en carne propia el terremoto de septiembre de 1985, algunas quedaron mutiladas de algún miembro de su cuerpo al caerles objetos o estructuras pesadas, y algunas otras tristemente dejaron su último suspiro enterraras en los escombros, les aseguro que si alguna de esas personas fue rica, o pobre, eso no le importo a la madre naturaleza, aunque seguramente el que vivía trabajando fuertemente por adquirir COSAS, se sintió más frustrado que el que solo trabajo por tener lo indispensable.

En fin, solo les comparto mi punto de vista.

Gracias por leerme y les agradezco sus sugerencias con algún tema que quisieran leer!

Mariah Guerrero


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